Diego Armando Maradona

Nació el 30/10/60 en Villa Fiorito, Lanús- Comenzó en Argentinos Juniors y pasó a Boca en 1981, en donde debutó el 22/2 frente a Talleres. En 1982 siguió su carrera por Europa para regresar en el 95 y retirarse en el 97.

Con la azul y oro disputó 71 cotejos, donde consiguió un título y marcó 35 goles (5 a River).

"Estaba nervioso. La primera pelota se la bajé a Mouzo", contó de su debut. Después hizo dos goles.

Faltaban pocos minutos para las tres de la tarde de aquel caluroso 20 de febrero de 1981 cuando Diego Armando Maradona, acompañado por Guillermo Coppola, Carlos Randazzo y Jorge Cyterszpiler, entró a una cantina de La Boca para almorzar ranas. Un rato antes, más precisamente a las 14.24, el que luego se convertiría en el mejor jugador de todos los tiempos había dibujado con su mano derecha (no la de dios) la esperada firma en el contrato que lo uniría a Boca. Claro, profesionalmente… porque en lo afectivo, Diego ya hacía bastante que estaba comprometido con la azul y oro. Un amor heredado de Don Diego. Puro, fiel y de por vida.

Por presión del propio Maradona, Boca le había ganado la pulseada nada menos que al Barcelona, Juventud y River. La realidad es que Diego quería jugar en Boca. Por eso su felicidad aquel día en el que se consumó el pase del siglo. “Cuando firmé el contrato me sentí el hombre más feliz de la tierra. Y puedo asegurar que ese instante no lo voy a olvidar mientras viva. Me acuerdo de que estaba nervioso, ansioso y que recién pude expresar mi verdadera alegría en ese almuerzo en la cantina de Boca. Me quedo con ese momento y con el brindis. Yo estaba cumpliendo mi sueño y el de mi viejo”, manifestó el diez un tiempo después.

Pocos meses antes de concretarse la transferencia, su padre lo había sorprendido al contarle un sueño. “Dieguito, ¿sabés qué estaba pensando anoche? Que algún día sería muy lindo verte jugar en Boca”, le dijo.

En aquella larga negociación se acordó que Boca pagaría 2.500.000 dólares más la cesión de Randazzo, Santos, Rotandi y Salinas y los préstamos de Sanabria y Bordón, además de hacerse cargo de dos viejas deudas de Argentinos. En dicho contrato, de cinco carillas, había una cláusula que hoy está de moda: Diego no podía jugar contra el Bicho.

Ese Metro 81 no fue un título más en su exitosísima carrera. Marcó su definitiva consagración como crack en las canchas argentinas. Demostró que, a esa altura, el fútbol criollo ya le quedaba chico.

Debutó oficialmente el domingo 22 de febrero contra Talleres, lesionado, y fue la figura: metió dos goles de penal y contribuyó en otros dos para el 4-1 final. Menos mal que tenía un pequeño desgarro… “lo tuve que infiltrar”, reconoció Luis Pintos, médico de Boca en ese entonces.

Muchos recuerdan que con miguel Brindisi formó una de las duplas más famosas de la historia del fútbol argentino. A Escudero y Perotti, los wines de aquel equipo, los llenó de pases goles.

A Gatti le ganaba los concursos de tiros libres después de los entrenamientos. A Passucci lo quería como a un hermano. A Mouzo le pedía la pelota. “Una vez me encaró y me preguntó por qué no se la pasaba. Le dije que lo veía marcado y me contestó que se la diera igual que él se las arreglaba. Y lo hacía”, contó el defensor, que le cedió la cinta de capitán por pedido del técnico Silvio Marzolini.

Su lazo con Boca se fortaleció aún más cuando en una noche de lluvia dejó literalmente por el piso a River, justo en su primer superclásico. Fillol y Tarantini lo sufrieron, todo Boca lo gozó. Esa actuación ratificó su enorme valía.

“Fue el gol más lindo que hice en Boca”, aseguró siempre Diego. En ese inolvidable 81 jugó cuatro partidos contra River y le metió cinco goles.

Como no podía ser de otra manera, se fue campeón. En realidad, nunca se fue. Por que en Barcelona, en Nápoles y en cada lugar donde llevó su magia, Boca siempre estuvo presente en su corazón y en sus palabras.

Muchos jugadores, al irse al exterior, dejan promesas de regresos pero son pocos las que la cumplen. Maradona fue uno de los que efectivizaron su palabra. “Nadie llevó esta camiseta como yo”, dijo alguna vez.

En 1995, 13 años después de su partida y 15 meses después del doping en el Mundial de Usa 94, volvió para ponerse la azul y oro. Distinto desde lo estético, pero igual desde lo afectivo.

No pudo salir campeón, jugó poco y gozó de privilegios de ídolo, pero eso es anecdótico. En sus últimos años como jugador, siguió regalando dosis de magia

En el entretiempo de un superclásico en el Monumental se terminó su historia futbolística en Boca. Dijo basta, conocedor de que ya no era el mismo. Un pibito llamado Riquelme lo reemplazaba. “Que entre el pibe”, le dijo al Bambino en el vestuario visitante. Se fue del gallinero gozando a su manera a la platea San Martín. Ya no como jugador. Como bostero.


Su despedida oficial, con todos los honores, fue en el 2001 en ese templo de La Boca en donde regaló tantas alegrías. “No es una despedida sino un homenaje porque yo del fútbol no me voy a despedir nunca”.

“yo, sin Boca, no soy feliz”. Llorando como tantas veces lo hizo por el club, tiró una de sus frases célebres: “la pelota no se mancha”. Y su problema cardíaco le sirvió para darles a los hinchas un mensaje emotivo, extraordinariamente brutal: “Lo que queda de mi corazón es de Boca…”. Gracias Diego.


“Tengo doce años. Estoy en séptimo. Soy correntino, pero vivo en Fiorito desde los nueve. Mis compañeros también son buenos. - 21 de agosto de 1973, primera declaración de Diego registrada en un medio gráfico en una nota sobre los Cebollitas que tituló: “Estos pibes la rompen”.

Mis sueños son dos. Mi primer sueño es jugar en el Mundial, y el segundo es salir campeón de octava y lo que siga en el campeonato este. (1970)

En el cielo pasan cosas lindas, pero ya habrá tiempo para ver un recital de Elvis o charlar con Pocho Perón. (2000)

Es evidente que tengo línea directa con el barba. (1996)

Me gusta pegarle a la gente cuando tiene las dos manos arriba. Cuando las tiene bajas, me gusta ayudarla. (1995)

En Cuba estoy más solo que Kung Fu. (2000)

Palermo sale de la casa y hace un gol. (1998)

En este fútbol donde todos son maratonistas, el Mellizo corre veinte minutos por partido y le pinta la cara a cualquiera. (1998)

El fútbol es como querer a la madre

Agradezco a Dios por haberme hecho hincha de Boca. (2001)

Yo soy de Boca y voy a morir en Boca